Puede que la IA no sea la herramienta perfecta para los amantes del vino

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Puede que la IA no sea la herramienta perfecta para los amantes del vino

La IA ha traído consigo una era de personalización, en el sentido de que se busca el asesoramiento individualizado que se adapte mejor a nuestros gustos, preferencias o hábitos, facilitándonos la toma de una decisión que satisfaga al máximo nuestras expectativas.

Si estamos conectados a un canal de “streaming” nos sugiere una película o una serie que sea afín a nuestras preferencias. Si estamos en una plataforma de audio, en función de nuestras escuchas, nos sugiere un grupo musical u otro para que descubramos algo similar a lo que estamos habituados. Ya no digamos si compramos online en Amazon, por ejemplo, un juguete para nuestra mascota, porque desde ese instante comenzarán a aparecernos todo tipo de productos que nuestro fiel amigo pueda necesitar cada vez que entremos en una web y salga algún espacio publicitario. Se llega incluso hasta el punto de proponernos cual sería nuestro mejor destino vacacional para este verano.

Pero me surge una duda como amante y aficionado al vino. ¿Puede la IA ayudarme en mi experiencia decisoria para la adquisición de mi próximo vino? Y no voy a meter en temas sensoriales, porque ahí si que estoy convencido que una IA nunca va a poder sustituir mi paladar por mucho que se empeñe. Voy un paso más allá.

Si una IA recopila información sobre mis gustos o hábitos, podrá ofrecerme algún vino que se adecúe a mis costumbres o expectativas, pero ¿y mi espíritu de descubrir vinos nuevos y diferentes, de probar cosas nuevas, de conocer los vinos elaborados en otros puntos del planeta? ¿Dónde queda ese aspecto en la IA?

La IA puede seguro que me puede hacer sugerencias del estilo “Puede que te guste también este vino….” o “Cómo has probado antes aquel vino, puede que este te guste….”. Pero, ¿es capaz de saber la IA las circunstancias personales o simplemente las que me rodean (el entorno en el que quiero tomar un vino) y darme alguna sugerencia o simplemente se limitará a confirmar mis gustos que ya conoce? ¿Por qué si yo he consumido recientemente un vino blanco sin crianza me sugiere uno de las mismas características, aunque sea elaborado con una uva o en una zona diferente? Igual en ese momento quiero justamente probar un vino blanco dulce, espumoso o con crianza. ¿Cómo sabe eso la IA?.

Hasta hora, la figura del sommelier era la principal fuente de asesoramiento personalizado por ejemplo cuando ibas a un restaurante. Te facilitaba una recomendación en función del momento, “in situ”, en el que te encontrabas, en función de con quien estuvieras y sus gustos, si era una reunión de trabajo o familiar, … Ahora eso no ocurre así. Si querías probar un vino nuevo, algo diferente, algo diferente para esa ocasión, se lo preguntabas al sommelier. Y es que la particularidad del momento, su exclusividad, el entorno, es algo que un algoritmo difícilmente puede predecir.

Y si algo creo que tenemos muchos amantes del vino, es el afán de curiosidad, de probar cosas nuevas, diferentes, vinos de muchas zonas del mundo, descubrir, …. Somos más complejos en materia de vino que lo que un algoritmo pueda interpretar o predecir.

¿Sabe el algoritmo cual es mi estado de ánimo cuando quiere tomar un vino? ¿Sabe si lo quiero probar para una celebración especial y diferente de lo habitual? O simplemente, ¿sabe cuál es mi capacidad económica en ese momento para adquirir un vino u otro? Más bien creo que la IA establece una serie de sugerencias en base a mis preferencias sin contemplar en ningún momento mi inquietud por probar cosas nuevas.

¿Cómo voy a saber si un vino me gusta o no si me limito a probara siempre vinos de mis preferencias habituales?

A mi entender, le excesiva personalización para los amantes del vino choca frontalmente con la inquietud por descubrir vinos nuevos y probar nuevas experiencias.

Con todo lo dicho, no quiero decir que la IA no sea útil para los amantes del vino, pero igual necesita “ser repensada” para un producto tan complejo como este, para consumidores también complejos, así como para analizar las diferentes situaciones en las que nos encontremos en cada momento que nos lleven a decantarnos más un el consumo de un vino u otro.

Tengo la sensación que la IA puede dificultar el placer de disfrutar un buen vino, en una buena compañía y en un momento determinado, por el mero hecho de que debemos probar un vino que un algoritmo ha decidido que es el que más se adapta a nuestras preferencias.

En muchos casos (aquellos que sois amantes del vino podréis decirme si es o no verdad), recordáis un determinado vino que tomasteis en aquella ocasión porque fue en determinado lugar y en una compañía concreta. Puede que no fuera el mejor vino que hayáis probado, pero seguro que recordáis aquel momento. ¿Cómo puede predecir eso un algoritmo?

El consumo tiene un importantísimo aporte del factor social (entorno), y eso no lo puede suplantar una IA por ahora si hablamos del mundo del vino. Limita la elección de un vino a tus patrones o preferencias, sin tener en cuenta que puede que “el momento” en el que quieras probar un vino condicione mucho cual debe ser el más apropiado, y ya no digamos si estas en un entorno de personas que te acompañan que no tienen tus mismos gustos.

Vinos nos pueden gustar muchos, pero doy fe, que si un amante del vino trae a la mente algún recuerdo de cuando probó uno, estará ligado no a su cata, sino al entorno en la que se produjo esta, algo que, difícilmente puede predecir una IA en estos momentos.

Sobrelías Redacción

Sobrelías Redacción

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