Aireadores de vino
Lo primero es que es lo qué supone airear el vino. Pues muy sencillo, airear el vino es, sencillamente, añadirle oxígeno al contenido de nuestra botella. Un sencillo utensilio, los aireadores de vino, permiten exponer directamente nuestra copa de vino al oxígeno, lo que le va a dar un aumento de sabor y ampliar las fragancias que nos entran por la nariz. Ojo, no es lo mismo airear que decantar el vino (un decantador puede ser un buen artilugio para oxigenar un vino pero no es un aireador en sentido estricto)*.
El aireador de vino permite que circule antes de servirlo, oxigenándolo y dejando que afloren los auténticos aromas, lo que conocemos como el bouquet del vino.
Los aireadores de vino obligan al vino a interactuar con el oxígeno enviando el líquido a través de un embudo presurizado. La aireación crea una rápida reacción química que también acelera la evaporación de etanol y sulfitos. La oxigenación y la evaporación eliminan los sabores no deseados y limpian los deseados. Es decir, aumenta la franqueza de los aromas y sabores y los potencia, así como reduce los no deseables.
Además, aquellos aromas y sabores sutiles, difíciles de localizar, se en enfatizan y, en ocasiones, se descubren algunos que nunca habíamos encontrado aunque hubiéramos catado el vino anteriormente.
Ayudar a las catas
Emplear este utensilio, de forma general, ayuda a la cata de cualquier vino, pero en algunos, es casi necesario. Y es que algunos vinos necesitan aireación adicional, de lo contrario, pueden tener un sabor demasiado ácido o tánico. Los aireadores suavizan el sabor y hacen que un vino tánico sea más apetecible.
Si decidimos guardar unos años nuestras botellas, el afinamiento de su contenido se consigue pero ¿y si queremos disfrutar de ese vino ya mismo? Le faltará el afinamiento en botella, con lo que la carga tánica puede estar muy presente y no dejarnos una gran cata. A matizar y depurar las sensaciones de la cata ayudan los aireadores de vino.
Un vino joven, que según se finaliza su elaboración se embotella, a menudo necesita aireación, a diferencia de los que se envejecen en barrica. Los taninos en ocasiones alteran el sabor real del vino, con lo que airearlo previamente puede evitar esto.
Con esto os preguntaréis entonces ¿qué pasa con los vinos blancos? Pues sencillo, no es necesario airear los vinos blancos, porque no tienen taninos. En lugar de airear un vino blanco, simplemente llega con agitar la copa para resaltar los sabores y aromas.
En cuanto a los diferentes vinos, muchos ganan en función de la uva que se emplea en su elaboración. Por ejemplo, los que llevan Cabernet Sauvignon son vinos potentes; también los que llevan Merlot, algunos Syrahs, … y si estamos ante un vino con coupage de varias de estas uvas, el empleo del aireador supondrá sin duda un incremento de sensaciones en la cata. Eso si, si lo que quieres es disfrutar de la robustez y potencia de un tinto, no uses este dispositivo ya que lo suavizará.
El uso de estos dispositivos hay que realizarlo con cuidado, ya que algunos expertos recomiendan mantener la aireación al mínimo, porque algunos vinos se aplanan y pierden el equilibrio.
Airear, oxigenar y decantar
Un oxigenador o aireador, buscan que el vino se airee, o sea, que entre en contacto con el oxígeno, ya sea un recipiente o cualquier artilugio ideado para que el vino, al salir de la botella se mezcle con el oxígeno.
Un decantador lo que trata de hacer es que los posos del vino queden atrapados, por gravedad, cuando sirvamos nuestro vino. Lo que si es cierto es que al decantar un vino, lo oxigenamos.