Conservante de vino a base de flor de castaño como sustituto de los sulfitos

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Conservante de vino a base de flor de castaño como sustituto de los sulfitos

Conservante de vino a base de flor de castaño como sustituto de los sulfitos. Esta es la propuesta que ya comercializa una empresa portuguesa, con sede en Braganza, en el noreste de Portugal, Tree Flowers Solutions es la start-up biotecnológica que está detrás de Chestwine, una innovación con certificación orgánica que utiliza la flor del castaño como conservante natural para el vino.

La flor del castaño dulce (castanea sativa), se contempló como una posible alternativa, ya que inhibe la oxidación y el crecimiento microbiano. Para su elaboración, las flores masculinas se recolectan manualmente de los castaños, después del proceso de fertilización, sin comprometer la formación del fruto. Como resultado, la solución aprovecha los residuos biológicos, dando lugar a un producto final con valor añadido.

La Universidad y el Instituto Politécnico de Braganza presentaron una patente sobre esta innovación en 2017. Un par de años después, Philippe Ortega, consultor enológico y ex director general de Pernod Ricard Bodegas en España, probó con éxito la solución y decidió adquirir la patente junto con otros tres socios (João Gonçalves, Jorge Afonso y Márcio Carocho), lo que llevó a la creación de Tree Flowers Solutions, que incluye una fábrica para la producción interna de Chestwine. La etapa de comercialización de la marca, que se presenta en forma de polvo, debutó en 2024 después de cumplir con los requisitos del códice enológico de la Organización Internacional de la Viña y el Vino y los organismos de certificación de viticultura orgánica.

El Chestwine se puede añadir a todo tipo de vino, durante todo el proceso de producción (transporte de la cosecha, estrujado de la uva, crianza y embotellado). Se necesitan varias decenas de kilos de flores masculinas para producir 1 kilo de polvo, cantidad que actualmente es más que suficiente para satisfacer las necesidades de 5.000 botellas de vino tinto en promedio. El precio por botella depende de la categoría del vino (los tintos tienen taninos naturales, por lo que están mejor protegidos que los vinos blancos), del uso o no de crianza en barrica, así como de los momentos en que se añade Chestwine. Si se utiliza durante las tres etapas recomendadas (fermentación prealcohólica, fermentación premalólactica y preembotellado), el costo es inferior a 50 centavos por botella. «Por lo tanto, no está diseñado para vinos de gama baja, pero puede ser mantenido por marcas que se venden al por menor a $ 7 o más», explica Philippe Ortega. Un estudio realizado en 2017 por la Universidad de Nápoles Federico II en Italia y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón en España, indicó que más del 40% de los consumidores italianos y españoles estaban dispuestos a pagar más por vinos sin sulfitos añadidos (+1,19 € por botella en Italia y +1,57 € por botella en España). “A diferencia de los sulfitos, Chestwine no provoca alergias y no tiene ningún impacto negativo en el color o el sabor del vino, permitiendo así que surjan las características varietales”, subrayó Ortega.

El producto está siendo elogiado por sus primeros clientes ubicados principalmente en España y Portugal, a los que se suman algunos más alejados, tanto viticultores orgánicos como convencionales.

Sobrelías Redacción

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