¿Cómo se convirtió la variedad tempranillo tinto en blanco?
Existen múltiples interrogantes sobre las particularidades del tempranillo blanco, una especie bastante llamativa en el ámbito de la viticultura. El Instituto de Ciencias de la vid y del vino (ICVV) se ha encargado de responder una de las preguntas más importantes: ¿Cómo se convirtió la vid tempranillo tinto en blanco?
Las investigaciones del ICVV —publicadas en la revista especializada Plant Physiology— han precisado que la pérdida espontánea del color se debe a las complejas reorganizaciones del genoma del tempranillo tinto, siguiendo patrones propios del proceso de cromotripsis. La conclusión se logró al observar y comparar los genomas de ambos tempranillos.
El tempranillo tinto y el tempranillo blanco
El tempranillo tinto es la vid tinta más sembrada en España, según la agencia EFE. Se calcula que podría ocupar más de la quinta parte de los viñedos del territorio español.
Se caracteriza por ser enológicamente muy versátil, pues de esta especie se producen vinos de largo envejecimiento y con demasiado equilibrio en los grados de alcohol. Además, sus vinos combinan óptimamente el aroma, la textura, la acidez y el color.
Por otro lado, el tempranillo blanco surge de una mutación genética natural del tempranillo tinto. Su racimo es mediano, suelto y con la baya de iguales características. Su brotación suele ser tardía, en cambio, el envero y la maduración son precoces. Asimismo, el ácido málico es bastante elevado en el tempranillo blanco, a diferencia del valor regular de su ácido tartárico.
Del tinto al blanco: reorganización genética del tempranillo
Según José Martínez Zapater, director del ICVV, el tempranillo blanco es resultado de una fragmentación masiva del material genético del tempranillo tinto. Esto ocurre aleatoriamente y, en consecuencia, se reordena con tal arbitrariedad que posibilita la pérdida de la información genética original.
“En lo que respecta al tempranillo blanco, esta peculiar reorganización causa la pérdida de información genética que incluye genes indispensables para que el hollejo de la uva acumule los pigmentos responsables de su color típico”, detalla Martínez Zapate.
El conjunto de estudios del Instituto de Ciencias de la vid y del vino ha determinado que este proceso puede ocurrir de manera natural durante el crecimiento de las plantas. Sin embargo, sucede a menudo en los ejemplares leñosos que pueden multiplicarse vegetativamente durante muchos siglos. Este es el caso de la vid. Para los expertos, la situación del tempranillo blanco es la primera que se ha identificado en las plantas y, en específico, en la uva.
El equipo científico del ICVV manifiesta que los estudios realizados servirán para abrir un campo a nuevas investigaciones de la materia. Expresan que el siguiente paso será indagar qué otras modificaciones tan drásticas se pueden dar en las plantas luego de una reorganización genética. Además, esto conllevaría a pensar qué novedosos productos podrían elaborarse a base de estas plantas genéticamente transformadas.